Servir: solamente se considera servicio, si lo hago para aprender y practicar cómo no depender de los resultados y del reconocimiento ajenoHace poco, mientras yo hacía servicio, escuché a un orador hablando sobre lo que servir significa para él.

Decía “llegamos al programa con un corazón hambriento por recibir verdadero amor incondicional. Cuando sanamos descubrimos que amar  (que es lo mismo que servir) es  la clave para ser libres y felices.”

Ahora bien, con codependientes como yo, hay que ser muy explícitos y específicos en cuanto al significado de “servir” una palabra que nos asusta y que por experiencia asociamos con abuso.

Servir es absolutamente diferente a dar, dar, dar, dar un poco más para luego explotar o implotar; la onda expansiva hacia adentro.

Cuando uno se excede dando con expectativas (sean conscientes o no) la explosión llega como ataques de ira o pánico absolutamente desproporcionados respecto al detonante. La implosión es más difícil de reconocer, pero una buena guía es experimentar ansiedad y depresión porque las cosas no salen como uno quiere y la gente a quien uno tanto le da se muestra demandante, ingrata y desconsiderada.

Servir, en cambio, significa recordar que como seres humanos estamos conectados y nos necesitamos unos a otros. Y aquí viene el truco: los resultados y las satisfacciones no vienen de la gente que se beneficia del servicio  sino de algo superior que nos conecta. Cada quien puede llamar y reconocer esta conexión como quiera. En el programa, para simplificar, se le llama Dios o Poder Superior.

Así que si yo sirvo café en una reunión, mi recompensa está en la felicidad de hacer el servicio, no en la popularidad que me gane (o no me gane) o en el agradecimiento que reciba (o no reciba). Si no estoy en posición de hacerlo con semejante libertad, mejor que me abstenga. Ya alguien se ocupará.

El mismo espíritu de servicio es el que me ayuda si sirvo como tesorera, delegada o lo que se necesite para que el programa siga funcionando. Solamente se considera servicio, si lo hago para aprender y practicar cómo no depender de los resultados y del reconocimiento ajeno. Y si me canso, lo puedo dejar, nadie va a resultar lesionado.

Ahora, es prudente recordar que si yo encontré recuperación en CoDA y en Comedores Compulsivos es gracias a que hubo gente que estuvo dispuesta a hacer servicio manteniendo una reunión abierta,  pagando la renta del lugar en el que nos reunimos, organizando las reuniones, escribiendo y publicando la literatura que usamos, etc. En fin, gente dispuesta a hacer todas esas cosas que mantienen al programa gratis y divertido.

Sin embargo, el servicio más alto -en mi opinión- es el que recibí de enfermos -como yo- que han encontrado sanación y esperanza. Personas que  me han contado su experiencia con la enfermedad y con la recuperación y han estado dispuestas a guiarme a través de los Pasos y las Tradiciones para que yo pudiera encontrar mi propia e imperfecta sanación.

En el próximo post reproduzco otro escrito de Bill Wilson en el que explica cómo gracias al servicio Alcohólicos Anónimos no sólo puede existir sino extender su mano de ayuda hacia aquel que sufre.

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